Cuento - Rédolon, la historia de un dragón
Hace algunos años Dragones del Sur organizó un concurso de cuentos entre sus miembros. Me puse entonces manos a la obra y vio la luz este breve cuento que hoy quiero compartir con ustedes.
El sol, se elevaba a lo lejos en el horizonte y los primeros rayos de luz bañaban las inmensas laderas de las montañas Serenas. Abruptas y agrestes la enorme cadena dominaba la oscura tierra de Rándor en los confines del mundo conocido. En medio de ellas, una inmensa caverna dejaba ver su oscura y tenebrosa entrada, dentro, en lo profundo, moraba Rédolon, Señor de Rándor y Amo del cielo y de la tierra.
Habría que remontarse al comienzo de los tiempos para comprender que Rédolon y Rándor eran una misma cosa, ambos se formaron en las entrañas de lo profundo y salieron a la luz como en un parto inconmensurable. Ellos hicieron la historia, en esta parte del mundo y compartieron la sangre derramada en un sinnúmero de eventos violentos y trágicos.
Hoy, Rédolon yacía sobre el blanco polvo de un sinnúmero de huesos aplastados, dormitando; pero con sueño inquieto, el cuerpo le temblaba a menudo con espasmos violentos. Rédolon era un dragón; pero no cualquier dragón, Rédolon era un viejo dragón cansado y abatido por el paso del tiempo, cruel e implacable enemigo de todo ser vivo.
Era solo un viejo dragón cuyas escamas antes brillantes, lucían hoy descoloridas. Era un viejo dragón cuyas alas antes majestuosas, hoy a duras penas se desplegaban.
Era un viejo dragón, cuyos ojos, antes peligrosos y mortales, hoy apenas se abrían, velados por gruesas costras y caídos párpados.
Rédolon mortal y esplendoroso, era hoy tan solo una bestia envejecida y llena de recuerdos, rodeado de incontable riquezas acumuladas a lo largo de toda una vida de aventura.
Un rayo de luz proveniente del sol, se coló dentro de la cueva y tocó delicadamente la dura piel, el punto luminoso avanzó lentamente hasta alcanzar uno de sus ojos. El párpado se llenó de luz y Rédolon despertó.
A lo lejos, a muchas millas de allí, un campamento se levantaba tras el paso de la noche, muchos hombres, todo un ejercito se aprestaba a terminar para siempre con la amenaza relampagueante. En sus mentes solo cabía un objetivo, y en sus manos las armas con las cuales vencerían al mortal enemigo ancestral.
Venían de lejos, llevando a cuestas las victorias logradas. Muchos pueblos fueron conquistados ante su paso, algunos asimilados, otros arrasados, pero todos eran concientes que un nuevo reino crecía y se hacía fuerte y habia que someterse o morir.
Solo Rándor quedaba, y era como una herida expuesta en un flanco, Rándor tierra árida y desértica pero estratégicamente ubicada, su paso podría llevar caravanas, comercio y riqueza para el reino. Rédolon tenia que morir.
La enorme cabeza se levanto y su cuerpo azulado se dirigió con lentitud a la entrada de la cueva, la luz del sol hirió sus ojos y esperó, su cuerpo absorbió el tibio calor del sol y sus huesos lo agradecieron, desplegó sus alas y voló. Su cuerpo se mecía en el aire tomando cada vez mas altura. Disfrutaba del placer de volar, de sentir el viento en el cuerpo, de elevarse hasta el reino de las cirrocúmulos, para ver en toda su extensión su vasto territorio.
No tenia hambre, porque habia dado cuenta de toda una caravana algunos días atrás, y todavía podía sentir el mal sabor en la boca que le dejaban los humanos. De pronto, a pesar de su mala visión, diviso a lo lejos una mancha oscura sobre la tierra. - Intrusos en mis dominios – Se dijo.
Por un instante pensó en ignorarlos, y continuar su apacible vuelo, pero su sed de sangre lo dominó y desplegando raudo las alas hacia el horizonte, fue en busca de su destino.
Estaban preparados, y en su ánimo solo existía el deseo de vengar los largos años de opresión. La trampa con la carnada estaba dispuesta, muchos morirían, pero al final el enemigo seria destruido y por ende ...... la gloria..
Rédolon cayó en picado sobre los intrusos, rociándolos con su arma de aliento, mientras pasaba sobre ellos. Vio el temor reflejado en los rostros, vio seres consumidos por la línea relampagueante que salía de sus fauces abiertas, y a otros caer sin poder volver a levantarse, fue su propio testigo de este nuevo momento de gloria, una página más en su larga lista de victorias.
Descendió suavemente hasta posarse sobre la quemante arena y contempló extasiado su poder. No vio las cadenas que sujetaban los tobillos de la carnada humana, no vio la trampa.
La tierra tembló, un grito de guerra se dejo escuchar y como hormigas un ejercito apareció de la nada. Tres gigantescas ballestas asomaron sus puntas fatídicas y fueron disparadas al mismo tiempo. Los proyectiles impactaron y penetraron la dura piel del dragón. Rédolon rugió ante el sorpresivo ataque y el dolor causado por las heridas, desplegó las alas e intento volar pero no pudo, estaba sujeto al suelo por gruesas cadenas. Una lluvia de flechas y virotes ensombreció por un instante el cielo para caer sobre el cuerpo del odiado y mortal enemigo, los arqueros a la distancia, cargaban y disparaban con asombrosa rapidez mientras que Rédolon trataba infructuosamente de zafarse del férreo abrazo de la muerte. Su arma de aliento barrió entonces con furia demencial la negra arena, muchos cayeron, una cadena salto de su base, las otras dos resistían, luego...... llegó la magia.
Tres sombras aparecieron de la nada, una de las formas vestía un habito oscuro y con la cabeza envuelta en una capucha que impedía verle el rostro, las otras figuras caminaban detrás con el rostro descubierto, formando entre ellos un triángulo mortal. El aire se enrareció cuando los tres seres elevaron lentamente sus manos. Cuatro esferas grandes y otras ocho pequeñas surgieron de la mano del mago encapuchado, las esferas salieron disparadas avanzando en línea recta sobre Rédolon y dejando tras de sí un rastro de chispas ardientes. Detrás, los otros dos magos menores apuntaron con sus dedos, surgiendo sendas bolas de fuego de ellos. Todas dirigidas sobre el viejo dragón cuyos reflejos ya no eran los de antes.
Las explosiones sacudieron la tierra y esta tembló como desgarrándose. Rédolon recibió los impactos al unísono y el rugido que salió desde la profundidad de sus células rompió las ataduras y en un esfuerzo supremo su cuerpo se elevó hacia los cielos, mortalmente herido, desfalleciente, mientras en la tierra un grito de victoria se dejaba escuchar.
Las heridas sangraban profusamente y el dolor que ellas provocaban era terrible, pero tenia que llegar a su cueva, a su refugio, a su hogar. Que lejos quedaban sus montañas, que lejos quedaban las jornadas de victoria, que lejos quedaba todo ahora.
Rédolon entró en su cueva casi desfalleciente, dejando un rastro de negra sangre a cada paso.
Su fin estaba cerca, sabía que lo seguirían y encontrarían el enorme tesoro acumulado con el correr de los siglos, no podía permitirlo. Se alzó con un enorme esfuerzo, recobrando por un instante la majestuosidad perdida, abrió sus alas y cantó, y su canto fue como un lamento desgarrador, o no fue un canto y solo fue un grito salvaje que provocó que las paredes de piedra de la cueva cedieran y la montaña engullera a su pequeño hijo.
Nunca pudieron encontrar los restos de Rédolon ni su tesoro.
El camino al Oeste fue abierto y con ello mas conquistas. Luego la paz, el comercio y la prosperidad, y con el tiempo la decadencia.
Pero aún hoy por aquellos parajes, cuando las caravanas acampan a esperar la luz del día, dicen que se escucha mezclada con el viento el canto final de Rédolon, el majestuoso dragon azul.
Imagen extraida de http://www.frikipedia.es/images/b/bb/Dragon.jpg
5 comentarios
wyrm azul -
Y gracia spor difundir mi blog entre tus amigos.
JosseLuiss -
wyrm azul -
Te invito a visitar mi nuevo blog http://wyrmazul.blogspot.com/
Un abrazo grande
sol -
Alder Fiter Galaz -